☕ El café sin azúcar… ni vergüenza ajena
- El Rincón Mágico de Seladriel
- 25 jun
- 3 Min. de lectura
Dale Clic a la música, mientras me lees.
Hace un año conocí a un chico colombiano por una app de citas.
Su voz y su inteligencia me atraparon, era del signo escorpio.
Charlamos durante tres días y me invitó a un café.
Le dije que sí, pero con una condición:
“Será después de mi clase de Bellyfitness.”
El día llegó, me cambié de ropa y
hasta me di un baño con toallitas húmedas
(porque sí, una se cuida hasta en los pequeños detalles).
Bajé, con toda la actitud a encontrarme con él en el café.
La charla fluía bien… hasta que pedí la carta para comer algo
—venía de entrenar y tenía hambre—. De pronto, él me interrumpe con cara de
"tengo que confesar algo".
— “Melissa… sé que te invité, pero no me han pagado,
así que no tengo dinero. Pero te juro que en la próxima yo pago.”
😮😡🤥
Mi cara fue un poema, no dije mucho,
solo levanté la mano como quien pone un muro invisible
y respondí: “Tranquilo, yo traigo dinero para pagar lo mío.”
Él intentó suavizar: “Come tranquila, yo te veo…”
¿PERDÓN? ¿Qué es esto, un reality de supervivencia?
¿Me iba a mirar mientras comía como si estuviera velando el sandwich?
Para evitarme el mal rato, pedí un club sándwich para compartir.
Comimos, conversamos y ahí empezó el desfile de excusas:
— Que en Colombia tenía un negocio de catering.
— Que en Panamá no es lo mismo.
— Que la música es diferente.
— Que emprender acá no se puede.
Lo miré directo a los ojos y le dije: “El que es emprendedor,
lo es en cualquier parte. El resto son excusas.”
Luego le pregunté por su última relación.
Me dijo que fue hace dos años y que la ex estaba “loca”.
Le respondí: “¿Y tú qué hiciste para que se volviera loca?
Porque nadie se enloquece de la nada.”
Se le congeló la sonrisa, Me contó que “no quería nada serio”,
pero igual se acostaba con ella y vivían juntos.
Entonces le pregunté: “¿Y ahora cómo estás tú emocionalmente?”
— “No estoy disponible emocionalmente…” respondió; -JAJAJAJA (risa mental)
Por respeto no me reí en su cara,
pero le dije: “¿Y qué haces en una app de citas si no estás listo?”
El pobre tragó saliva.
— “Es que yo soy sincero desde el principio…”
— “Te creo. Pero tranquila que yo no le voy a hacer.”
Y así cerré el capítulo con elegancia, sin culpa,
y con la claridad de que el ‘no tengo dinero’ no fue el problema.
Lo fue la falta de coherencia, de dirección
y de responsabilidad afectiva.
💡 Lección del día:
No es por el café, es por la energía.
No se trata de que pague todo,
sino de que no te venda un personaje,
que no puede sostener ni una cita.
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🌹 Gracias por leerme, por sentir conmigo y por honrar tu propia luz y sombra.
Con amor,
Melissa – Seladriel
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