Una carta al alma masculina que aún teme al fuego del amor verdadero. Un recordatorio de que no es un reproche, sino una invitación a volver a sí mismo, a encender su verdad y caminar hacia la libertad.
Una experiencia íntima y sagrada donde el cuerpo dejó de ser carne para convertirse en un canal. Esta carta ardiente y mística habla del retorno a uno mismo a través del lenguaje ancestral del clítoris, la energía de la Diosa y el fuego interior. No es placer por el placer mismo; es el despertar del alma.