"Mi corazón intenso: el arte de ser demasiada"

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Mi corazón intenso...

¿Cómo empezar a explicarlo?

Mi corazón siente mucho, con fuerza y muy profundo. Con una intensidad que no se puede describir con palabras. Tengo a Venus en Piscis

—dicen que las mujeres con Venus en este signo somos románticas, emocionales, profundamente sensibles, intuitivas y creativas.

También dicen que tendemos a ocultar nuestros sentimientos por miedo al rechazo.

Debo confesar que no sé amar a medias. Es todo o nada.

Sin embargo, ahora me observo. Contemplo.

Hago mi mejor esfuerzo por no sobrepasar límites, porque en el pasado he sido herida, traicionada…

A veces, como un océano tormentoso, mi corazón se agita. El vendaval se desata, y me invaden la duda, el dolor y el desconcierto. No sé cómo actuar o sentir. Siento demasiado y, al mismo tiempo, me congelo. Me siento sola e incomprendida.

En esos momentos, me hablo con sinceridad. Me permito llorar a solas en mi habitación, mirar a mis demonios a los ojos, ser vulnerable.

Cada lágrima que cae, refleja a la pequeña Melissa: esa niña que teme estar sola, que cree que si hace cosas para "ayudar", la gente se quedará.

Pero esa niña no es mala. Solo está asustada.

No se trata de reprimirla, sino de escucharla y maternarla.

Todo está bien. Todo sucede como tiene que suceder.

He comprendido que, durante años, me relacioné desde el miedo, desde la necesidad de sentirme amada y aceptada.

Cuando desperté en consciencia, vi que era la niña herida la que decidía cómo me dejaba tratar.

Aceptaba migajas, creyendo que era amor. Pero no lo era.

Porque, en el fondo, siempre sentía que no era sincero.

Guardé muchas emociones, incluso de mí misma.

Temía incomodar, porque me enseñaron desde pequeña a ser “buena”, a esconder las partes de mí que podían resultar “demasiado”. Pero eso solo aumentaba la confusión.

¿Quién soy?

Hoy, me estoy permitiendo sentir.

Llorar,

Reír. Expresar mis opiniones con respeto, pero con fidelidad a mí misma.

¡Escucharme!

Ha sido un camino de transformación, acompañado de vínculos que me desafiaron profundamente: amistades, compañeros, jefes, familiares, posibles amores.

A todos les agradezco.

A los que se fueron, los solté en amor.

A quienes se quedaron, los abrazo.

Una vez, un hombre que estimé profundamente: me dijo con voz temblorosa:

“Me da miedo una mujer como tú… porque tú lo quieres todo o nada.”

Y tenía razón.

Soy así.

No quiero vínculos tibios ni amores a medias.

Mi alma no vino a mendigar amor. Vino a encenderse.

Y eso asusta.

Una amiga y mentora me dijo:

“Mel, eres una mujer demasiado… Sientes demasiado, preguntas demasiado, deseas demasiado. Tu energía es inmensa. Ocupas todos los rincones con tu presencia. Y eso no todos pueden sostenerlo.”

Demasiado intensa.

Demasiado salvaje.

Demasiado honesta.

Demasiado emocional.

Demasiado libre.

Demasiado fuerte.

Demasiado… yo.

Y ¿sabes qué?

Me reconozco. No me arrepiento de ser como soy.

No sé lo que el destino me tenga preparado.

Pero de algo estoy segura: A donde vaya, mi presencia hará ruido.

Y eso está perfecto.

Porque ya no voy a dosificar mi esencia para no incomodar a otros.

Que el mundo se prepare…

Porque ¡aquí voy!

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Con amor,

Melissa – Seladriel