La Niña Leona y el Aullido del Destino
- El Rincón Mágico de Seladriel
- 15 jul
- 4 Min. de lectura
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"Te encontré en la cueva..."
Así inicia la historia de un encuentro con la sombra y el dolor profundo.
La leona no huye del aullido que resuena en la distancia, sino que lo escucha con amor,
sabe que ese llamado es parte del camino de despertar.
Mientras la oscuridad intenta retener, la fuerza interna emerge.
La leona sabe que florecerá más allá de la nostalgia y el fracaso ajeno,
porque el destino no es una cadena, sino un llamado a la libertad interior.
Esta historia comienza en un reino lejano, pero este reino no era humano, sino de seres del bosque, conciencias llenas de magia que mantenían el equilibrio en el mundo de los humanos.
Allí nació la Niña con la Llama de la Leona, llamada para cumplir una misión.
A pesar de estar rodeada de seres mágicos, se sentía ajena, extraña en su propia existencia. Pero la voz ancestral de la Leona que habitaba en su corazón le susurró:
"No decaigas. Encontrarás a otros como tú. Serán maestros, compañeros y guías. Son parte de tu camino, como tú del suyo".
Un día, sin esperarlo, la Niña Leona conoció a un Lobezno Mágico.
Aunque era joven, había despertado su magia y enseñaba a otras almas a recordar sus dones. Su historia también había sido tejida con soledad y aullidos.
Durante muchas lunas aulló a la noche, esperando encontrar a su manada.
Y su llamado fue escuchado...
De los planos altos descendieron almas antiguas,
creadas antes del tiempo, que escucharon ese eco.
Había llegado el momento de cumplir la promesa.
Primero llegó una mujer vestida con plumas de pavo real.
Su risa y su alma vibraban con los colores más vivos.
Shiva mismo había bañado sus alas para que pudiera bailar sobre el fuego.
Ella fue recibida y sanada por el Lobezno, quien la aceptó como parte de su manada.
Luego vino una conciencia en forma masculina,
con fuerza ancestral, era un guardián de eones,
que al encontrar al Lobezno, se arrodilló ante él y lo llamó maestro.
Aunque su esencia era inmensa, su corazón vino a servir.
Y luego, la hija de Lilith. Hermosa, oscura, misteriosa.
Había aprendido a convivir con sus demonios, a no dejarse arrastrar por ellos.
Su equilibrio fue su poder.
Pero el Lobezno soñaba con una más.
Veía una chispa, una llama danzante.
Así llegó la Niña Leona. Su corazón había escuchado al Lobezno desde lejos.
Lo vio enseñar verdades, que también resonaban en su alma.
Lo reconoció, lo admiró y amó desde el fuego silencioso.
Se acercó con timidez, pidiéndole ser su alumna.
El Lobezno sonrió: "Ahora ya estamos completos".
La manada se reunió. Todos sabían que, algo especial había nacido.
La Niña Leona fue llamada "Chispita", porque su luz tocaba el corazón de quienes la veían.
El Lobezno dejó de aullar en soledad.
Ahora su manada estaba con él, despertando mundos, sanando almas, compartiendo los secretos del universo.
Pero los dioses sabían que, toda luz debe ser probada.
Y el Lobezno no sería la excepción...
La oscuridad, había acechado su corazón desde antiguo.
Un amor perdido, un ego alimentado por la admiración.
Y así, en medio de su vulnerabilidad, llegó una mujer con piel de serpiente.
Ella no vino a sanar, sino a poseer.
Ató con conjuros y susurros el cuello del Lobezno.
Quiso ser reina robando la corona. Intentó hechizar a la manada con palabras disfrazadas de sabiduría, pero ellos vieron su sombra.
El Cuervo guardián la reconoció al instante.
Devolvió cada hechizo con la fuerza de sus alas oscuras.
Los guías avisaron: la manada debía dispersarse.
El Lobezno debía caminar solo,
Era su prueba...
Uno a uno, los miembros de la manada partieron.
La hija de Lilith regresó a la niebla.
El Cuervo guardián se replegó a las sombras, protegiendo desde lejos.
La mujer pavo real, fue protegida por los dioses.
Y la Niña Leona en la lejanía... escuchó el aullido del Lobezno.
Sus ojos se llenaron de lágrimas, "Lo siento", susurró.
"Este camino es solo tuyo, te honro, pero no puedo volver".
Siguieron caminando.
Cada uno con su dolor.
Cada uno con su luz intacta.
El cuento no ha terminado...
Porque cuando el Lobezno despierte del hechizo y recuerde quién es...
Quizá aún haya tiempo.
O quizá... el fuego de la Leona,
ya haya aprendido a arder,
por sí misma para siempre.
Moraleja:
A veces, el alma no se va por falta de amor, sino por exceso de verdad.
Y cuando esa verdad revela lo que duele, también libera.
Porque hay personas que no llegan para quedarse, sino para encenderte.
Y cuando te dejan, si tu fuego se mantiene encendido, ya no es una pérdida... Es el inicio de tu propio reino interior.
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🌹 Gracias por leerme, por sentir conmigo y por honrar tu propia luz y sombra.
Con amor,
Melissa – Seladriel
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