Una carta íntima y espiritual para la mujer que ha encarnado el rol de la Vasija: contenedora del amor, de la espera y del silencio. Este texto honra su camino, revela la distorsión que el miedo ha sembrado en los vínculos y hace un llamado a despertar al verdadero Divino Masculino: el que no huye, el que asume, el que elige quedarse desde la conciencia.
En medio de un bosque húmedo y ancestral, el Divino Masculino sueña con ella: la llama que lo espera, la flor salvaje que sangra amor. Un viaje entre el deseo de saltar y el miedo de un niño herido, donde el alma femenina se revela como guía, prueba y destino. Una visión canalizada para quienes sienten el llamado del alma a través de los sueños.